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El perro que me cambió la vida de J. Dolan

Publicado por A. Cerra

Hay libros que atraen a lectores de una forma masiva desde hace décadas, incluso desde hace siglos, porque tienen una calidad literaria indudable y son capaces de enganchar a lectores de cualquier época, ya que en sus páginas se tratan temas universales. Es decir, estaríamos ante relatos atemporales, independientemente de cuándo estén escritos o en qué momento de la historia ambienten su trama.

Sin embargo, hay otros libros que igualmente son capaces de atraer a muchísimos lectores, pero solo lo hacen durante un momento muy determinado. Son fenómenos que nadie puede dudar que tienen un periodo de caducidad. Y no hablamos de los más reconocibles best sellers como pueden ser las obras de Ken Follet o Dominique Lapierre, que son seguidas más allá de la temporada en que son publicadas. Nos referimos a libros con un éxito muy puntual y masivo, y que en muchas ocasiones son la única obra de su autor.

Ese es el caso que aquí nos ocupa, el del libro El perro que me cambió la vida del británico John Dolan. Una obra que solo se puede entender como un fenómeno de la sociedad en la que vivimos, y que nos habla de lo perverso que puede ser nuestro modo de vida, pero que también hay una forma de superar las adversidades y triunfar. Sin olvidar que en el libro se puede ver reconocido cualquier dueño de perros, que sabe lo que estos animales pueden significar para el desarrollo personal.

Si bien, la mayoría de dueños de canes no tienen que vivir la dura epopeya de Dolan para llegar a esa conclusión. Y es que el relato no deja de ser muy duro.

Nos lo cuenta el propio John Dolan, quien rememora toda su vida, desde su infancia hasta el presente, en el que se ha convertido en un cotizado pintor. Pero antes de eso, vemos sus orígenes humildes, con la particularidad de ser un niño obeso que pronto comenzó el absentismo escolar. Ese no fue más que el primer paso en su descarrilamiento vital, ya que a partir de ahí vendrían los pequeños delitos, el consumo de drogas blandas, para finalmente convertirse en un vagabundo despreciado por su familia, drogodependiente y ladrón reincidente con múltiples entradas en prisión.

De esa espiral de autodestrucción le salvó un perro, George. Él le hizo reflexionar sobre la vida, por el simple hecho de que no le podía abandonar. A partir de eso, su vida poco a poco se fue enderezando, hasta que la constancia y una pizca de suerte le han convertido actualmente en un pintor que vende sus obras por cuantiosas cantidades de dinero.

Todo el relato es fidedigno, y se supone que lo cuenta el mismo Dolan, si bien, ayudado por un experto editorial, que ha sabido darle al libro un tono de sencillez y callejero, para que la lectura sea extraordinariamente fácil, y el lector solo se preocupe porque fluyan sus sentimientos, identificándose con la superación del personaje. En definitiva, un producto del momento que merece conocerse para conocer los derroteros por los que se mueve la industrial editorial de nuestros días.