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Pamela de Richardson

Publicado por A. Cerra

La novela en Inglaterra durante el siglo XVIII indudablemente tiene un autor que destaca sobre el resto, y ese no es otro que Daniel Defoe creador de obras como Robinson Crusoe o Moll Flanders.

Sin embargo, lo cierto es que su modelo narrativo no fue excesivamente seguido por otros autores contemporáneos, y se pude decir que tuvo mayor éxito otro autor, que indudablemente también poseía menos calidad literaria. Hablamos de Samuel Richardson (1689 – 1761), cuya obra más destacada es Pamela.

Richardson, con escasa formación intelectual, de orígenes muy humildes, había pasado prácticamente toda su vida trabajando como impresor. Pero a partir de sus 50 años se dedicó a escribir, y lo cierto es que lo hacía siguiendo por completo su instinto para encandilar especialmente a la clase media de su época, cuyos gustos conocía a la perfección, ya que él mismo pertenecía a ella.

Así que sobre todo buscaba emocionarles, y por ello trató los mismos temas sentimentales una y otra vez. No obstante, el mejor exponente de ello iba a ser su libro Pamela, publicado en 1740.

Esta obra, escrita en formato epistolar, lleva como subtítulo “La virtud recompensada”. Y es que nos cuenta la vida de Pamela, una sirvienta que durante mucho tiempo es capaz de resistirse al acoso amoroso al que la somete el hijo de la señora para la que trabaja. Resiste virtuosamente y al fin logra su recompensa, ya que consigue que le proponga matrimonio, pese al diferente nivel social que existe entre los dos personajes.

Se puede decir que el tema no es nada nuevo, y que además se seguirá escribiendo sobre el mismo asunto una y otra vez. Sin embargo, el gran valor de la literatura de Richardson es su forma de hacerlo, ya que él sobre todo se detiene en hablarnos de los sentimientos de los personajes. Especialmente los de su protagonista que los relata en primera persona en sus cartas. De esta manera parece que nos los cuenta directamente a los lectores y nos hace participar de los mismos de un modo muy empático.

O sea que el gran valor de la escritura de Samuel Richardson es la sentimentalidad que le aplica a toda su narración. Una narración en la que asistimos a los diferentes puntos de vista mediante las cartas. Unas cartas que son de lo más directas, con las que disecciona con rotundidad esos sentimientos ya que los expone de forma simple y descarnada, algo que sin duda le encantaba a los lectores de su tiempo.

Por ello, la novela Pamela o La virtud recompensada es la gran obra de este autor, y su éxito hizo que se repitiera en sus libros posteriores como es el caso de Clarissa (1748) y de Sir Charles Grandison (1754).