Romeo y Julieta de Shakespeare
Sin embargo, quizás dentro de todo el teatro de Shakespeare pocas obras y pocos personajes han alcanzado el nivel de popularidad que tienen en todo el mundo Romeo y Julieta. Dos personajes que en realidad son dos niños que se han transformado en símbolo del amor más puro, o más bien del enamoramiento que ante las adversidades es capaz de hacer cualquier cosa.
Por si alguien no conoce el final de este romance, no vamos a desvelar como acaban los dos jóvenes enamorados. Si bien es muy difícil ignorar el desenlace de este drama, ya que desde que se publicó en 1597 se han hecho infinidad de versiones sobre ella, y desde luego las ha habido en forma de cuadros, composiciones musicales o en la gran pantalla.
E incluso, Romeo y Julieta se han convertido incluso en motivo de peregrinación para visitar la ciudad italiana donde se desarrolla su amor, Verona. Una urbe en la que sus máximos atractivos turísticos son los supuestos lugares donde vivieron las familias Montesco y Capuleto, a las que pertenecieron Romeo y Julieta. Es muy curioso que una obra de teatro isabelino del siglo XVI haya sido capaz de crear semejante inspiración para los viajeros de los siglos XX y XXI, que prefieren ver allí el falso balcón de Julieta antes que admirar el alucinante patrimonio arqueológico y artístico que atesora la ciudad. Entre ellos un magnífico teatro romano que todavía está en uso, y en el que todos los veranos se representa el drama de Romeo y Julieta, y otras obras de Shakespeare en el festival que lleva el nombre del dramaturgo británico.
Pero esa solo es una de las contradicciones que rodean a esta obra, ya que pese a ser la más popular de Shakespeare, es muy posible que también sea la peor entendida. Ya que quizás el propósito del autor no fuera alabar el romance de los dos jóvenes (repetimos, casi niños) y enfrentarlo a la sinrazón del enfrentamiento entre las dos familias. Quizás el verdadero objetivo de Shakespeare fuera criticar esa relación amorosa, completamente irracional e inconsciente, que solo puede traer consecuencias funestas.
Lo cierto es que hay más cuestiones contradictorias respecto a estos personajes, además de su veracidad y del significado de la obra de Shakespeare. Por ejemplo, no fue un drama que se inventara el autor inglés. Hay unas cuantas versiones anteriores, comenzando por una leyenda que recoge el historiador de la Antigua Grecia Jenofonte de Efeso. Un relato que luego recuperaron otros autores de los siglos XV y XVI, entre ellos el propio Bocaccio en su obra maestra el Decameron.
No obstante, en ninguno de esos relatos, aunque se cuenta lo mismo, se alcanzan las cotas literarias de la obra de Shakespeare, que aquí llega a una de sus cotas más altas a la hora de plantear el ritmo teatral, basado en unos personajes portentosamente definidos por sus diálogos. En fin, una obra maestra de Shakespeare, y decir eso, significa que es una obra maestra de literatura universal, y que como tal siempre cuenta más de lo que parece en una primera lectura.