El cuento hispanoamericano: Pablo Palacio y Oliverio Girondo
Hace ya algún tiempo nos iniciamos en el cuento hispanoamericano con la obra Horacio Kalibang o los autómatas, de Eduardo Ladislao Holmberg, escrita a finales del siglo XIX. Pues bien, hoy en La Guía 2000, vamos a repasar brevemente algunos de los cuentos y autores más destacables que cultivaron el género del cuento en Hispanoamérica en la primera mitad del siglo XX.
Comenzaremos hablando del autor Pablo Palacio y su cuento Un hombre muerto a puntapiés (1927). Por la fecha en que se desarrolla el texto debería enmarcarse dentro del criollismo, pero Pablo Palacio es un seguidor y representante de las vanguardias literarias que aparecen en sus páginas de forma obsesiva. Su muerte temprana nos ha privado de una obra amplia, pero el legado literario que nos dejó nos muestra a un escritor valiente que se atreve a utilizar nuevas técnicas sin reparos, adelantándose así al tipo de novela
que triunfará en los años cuarenta.
El título de su cuento, Un hombre muerto a puntapiés, nos lleva a pensar en un titular de prensa escrita, y es que Pablo Palacio emplea dos epígrafes irónicos que marcan todo el texto; el periodismo para estos escritores es muy importante, ellos mismos se presentan también como lectores haciendo, a su vez, al lector inteligente partícipe y convirtiéndolo en coautor. En este cuento, el escritor hace un gran uso de la ironía y presenta el tema de forma dura y punzante. El autor no huye de la realidad y se implica socialmente, criticará la situación política de su país, Ecuador, el golpe de estado que se produjo un año antes de la publicación del cuento, así como el resto de aspectos que azotan a esta sociedad.
A continuación, nos adentraremos en el cuento Interlunio de Oliverio Girondo, escrito diez años después del cuento de Palacio que acabamos de ver, es decir, en el año 1937. Este escritor forma parte de la corriente ultraísta argentina, derivada del ultraísmo español lanzado por Rafael Cansinos-Assens y seguido por otros autores como Gerardo Diego, Guillermo de la Torre o Juan Larrea, en la que Vicente Huidobro y, sobre todo, Borges con revistas como Martín Fierro impulsa a escritores como este. Girondo, ante todo es un poeta, pero también nos dejó este maravilloso relato. Interlunio se inserta en un ambiente fantasmagórico y nos presenta a un protagonista fracasado. En él, la imagen tiene una importancia vital; ya hemos apuntado que Oliverio es sobre todo poeta y como tal, hace que la imagen poética aparezca como un elemento principal en el relato. En este cuento, Girondo hará referencia a la poesía anterior y el narrador enjuiciará al tipo de poeta bohemio que representaba ese tipo de poesía precedente. Estructuralmente, la obra se divide en tres partes como ocurre tradicionalmente en este género:
En la primera parte, Girondo nos ofrece una descripción física y moral del protagonista, esto es, hace una presentación del personaje.
En la segunda parte, a través de una aventura anecdótica que vive el protagonista se presente el elemento misterioso del cuento, la presencia de una vaca que aparecerá personificada.
En la tercera parte, es donde se descubre el papel de la vaca misteriosa y se extrae una conclusión.