El teatro lorquiano
En anteriores artículos hemos tratado ya la figura de Federico García Lorca como poeta (puedes verlo en los siguientes enlaces: La poesía de Federico García Lorca y La poesía de Federico García Lorca (II)), hoy nos centraremos en la obra dramática de este maravilloso e irrepetible autor.
Se ha dicho que el teatro lorquiano junto con el teatro de Ramón María del Valle-Inclán son las mejores manifestaciones del género dramático en la literatura española del siglo XX. Si estas palabras han llegado a ser vertidas veamos qué es lo que hace tan especial el teatro de Lorca.
En las obras teatrales más importantes de Lorca cobra especial el mundo femenino, el teatro de este autor es esencialmente un teatro de mujeres donde ellas son las grandes protagonistas que normalmente viven historias de amor frustrado o imposible. Por ejemplo, en Mariana Pineda, obra compuesta en el año 1923, la protagonista es una mujer que representa el papel de la heroína sentenciada a un trágico final. Lorca tomó el personaje histórico, pues esta mujer fue una verdadera heroína que pagó con su vida el hecho de bordar un bandera para el bando de los liberales en la Granada del siglo XIX, y lo hizo suyo expresando en verso el tema de la libertad encarnado en la figura de esta mujer.
Otros títulos que componen la obra de Federico García Lorca como dramaturgo son: La zapatera prodigiosa de 1930, farsa con tintes de romance popular, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín de 1931, donde se observa la huella del esperpento creado por Valle-Inclán al combinar constantemente en la obra los elementos grotescos con la belleza de lo lírico. En otras obras, como por ejemplo Así que pasen cinco años del año 1931 y El público ya de 1933, Lorca experimenta asociando el género ensayístico y el teatro surrealista.
Dicho esto, ahora abordaremos sus obras dramáticas más relevantes: las tres tragedias rurales Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba, así como la comedia Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores de 1935, donde en tono menor Lorca trata una vez más el tema de la frustración amorosa.
Bodas de sangre, que data del año 1933, es la primera de las tragedias rurales escritas por Lorca. En ella, a través del verso y la prosa, se muestra un amor imposible y trágico a causa de las rígidas estructuras sociales. En la segunda tragedia rural, Yerma, del año 1934, Lorca plantea los sentimientos de vacío e inutilidad que brotan en esta mujer ante la imposibilidad de tener hijos. Ambas obras se desarrollarán en el ambiente rural andaluz presentado con una enorme belleza, delicadeza y lirismo. La tercera obra que compone esta serie, La casa de Bernarda Alba, es ya una obra póstuma pues fue publicada en el año 1936 y se considera la cima del teatro de Lorca. En ella Lorca emplea un espacio cerrado, la casa, para desarrollar toda la acción del drama, así consigue el autor transmitirnos ese sentimiento de ahogo que sienten las hijas de Bernarda, dominadas en todo momento por la madre. Esta obra sencilla y clásica presenta como ninguna los temas de la represión, la frustración, la sexualidad, la libertad, el despotismo, etc.