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La cantante calva de Ionesco

Publicado por A. Cerra

Los autores teatrales Eugene Ionesco, Samuel Beckett y Arthur Adamov desde la mitad del siglo XX iban a crear una serie de obras destinadas a suponer toda una revolución para la historia del teatro. Ellos crearon lo que se llamó Nouveau Théâtre o Nuevo Teatro, una corriente que principalmente hay que entender como el rechazo a todas las normas que eran vigentes en ese momento y una crítica a los autores más influyentes de la época.

Por ejemplo su actitud era de rechazo total al teatro psicológico y filosófico. Estaban en contra de las parodias que hacia el teatro antiguo el venerado Cocteau. También se enfrentaron a las obras tan profundas y con tanto mensaje de autores como Jean Paul Sartre o Albert Camus. O se burlaban del amaneramiento verbal de Giraudoux.

Ellos querían un teatro más literal y completamente alejado de cuestiones metafísicas y filosóficas, y por supuesto que no fuera la propaganda ni la inspiración para ninguna ideología.

Cada uno de los tres autores que hemos citado estaban a favor de todas estas cuestiones, y cada uno las abordó con su propios métodos. Y en el caso del autor de origen rumano Eugéne Ionesco (1912 – 1994) lo llevó a cabo desde su primera obra, que también es una de las más famosas: La cantante calva, estrenada en 1950 y que desde entonces ha sido representado en multitud de ocasiones.

Y es que La cantante calva es una de las mejores obras que plasman la idea del Teatro del absurdo. En ella desarrolla algunas características identitarias de esta corriente teatral. Por ejemplo, recurre a diálogos totalmente inconexos, realmente absurdos, y además son unos diálogos de una simplicidad formal absoluta, y también simples de pensamiento. Alejándonse así de cualquier recuerdo de los personajes sesudos y que invitan a la reflexión en el teatro más psicológico.

Esos mismos diálogos sin conexión alguna tienen desde luego una carga cómica en muchas ocasiones, pero además son capaces de generar una atmósfera en la representación de aislamiento, ya que todos los personajes están físicamente muy cercanos entre sí, pero con esa forma de hablar es imposible cualquier comunicación efectiva entre ellos. Son personajes incomprendidos, pero al mismo tiempo incomprensibles.

De hecho ese sería el tema principal de la obra, ver como la mala comunicación solo acaba trayendo problemas. En definitiva, que de alguna forma el gran protagonista de La cantante calva es el propio lenguaje. Y por ello, esta primera obra de Ionesco en ocasiones se ha considerado un enorme ejercicio teatral. De hecho, el propio autor la subtítulo como “antipieza” debido a su carácter rompedor con la tradición. Pero ignoraba que precisamente esta pieza iba a ser una de las más representadas durante la segunda mitad del siglo XX.