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Los misterios de Udolfo de Ann Radcliffe

Publicado por A. Cerra

Si bien es cierto que la que se considera la primera novela gótica de la historia la escribió Horace Walpole en 1765 y lleva por título El castillo de Otranto, la verdad es que quien estableció el canon de este subgénero fue Ann Radcliffe (1764 – 1823), entre cuya producción hay que destacar Los misterios de Udolfo, novela publicada en 1794.

Esta obra y otras como El italiano crearn unos planteamientos narrativos que no solo influyeron en autores posteriores de terror y en grandes obras como el propio Frankenstein de Mary Shelley de 1817. Su arte también fue admirado por diversos poetas románticos como el mismísimo Lord Byron, ya que su concepción de la naturaleza como una fuerza de pasión, tiene que ver mucho con el espíritu romántico del paisaje.

E incluso los investigadores ven que su modo de escribir influyó también en obras posteriores que no se caracterizan por la literatura de terror, como son Walter Scott o las hermanas Brontë, tanto Emily Brontë como Jane Eyre.

El caso es que creó una estructura literaria muy audaz para sus novelas, en las que plasmaba siempre la oposición entre las fuerzas irracionales y terroríficas enfrentadas al orden y la razón. Y a partir de ello se descubre una fuerte carga simbólica. No obstante, lo que domina realmente a la hora de escribir es el tratamiento del horror y del suspense.

Esa estructura literaria es la que se iba a repetir en numerosas novelas góticas no solo de su tiempo, sino también en otras de temática similar publicadas a lo largo de los siglos XIX y XX. Si bien cierto que estas réplicas de la literatura gótica habían ya perdido gran parte de la originalidad de los inicios, y se consideran prácticamente algo más comercial que literario.

En cambio cuando esta tendencia surgió en el siglo XVIII tenía un sentido, ya que fue entonces cuando los escritores vieron que el horror y los misterios podían ser elementos ideales para liberar los sentimientos más ocultos, tanto de sus creadores como de sus lectores. Y hay que tener en cuenta que ese siglo XVIII es la centuria de la Ilustración y de la Razón, por lo tanto aquel mundo de monstruoso y lo irracional se convertía en un contrapeso muy interesante.

Así que para ambientar ese tipo de atmósferas y sucesos inexplicables no podían quedarse en su presente, y tenían que trasladarlo al pasado, a época menos racionales y más misteriosas. Sobre todo a la Edad Media, de ahí la denominación de “literatura o novelas góticas”.